sábado, 28 de julio de 2012

Día de tiendas

Hoy no tengo mucho que contar, y tengo pocas fotos, porque por la mañana estuvimos con Stephanie y sus chiquillos, esperando a que la lluvia amainara. Nos hemos rendido a la hora de comer, que ha sido cuando nos hemos ido hacia el norte del distrito financiero, para visitar un espacio que cumpliera nuestras dos premisas para hoy: CUBIERTO Y GRATUITO. La decisión entonces ha estado clara:


La enorme tienda me ha decepcionado bastante en conjunto: es como un Corte Inglés. Gente con americana recibiéndote, y una sección de textil enorme. También sección de deportes y del hogar. 
Lo que sí me ha parecido increíble, han sido los artículos newyorkinos que había allí.




Además, hemos encontrado la escalera mecánica más antigua que debe existir en el mundo.


Cuando hemos salido, la lluvia seguía arreciando, así que hemos decidido irnos de lo que aquí se denomina "crystal shopping", que básicamente es mirar escaparates y no comprar nada. Puede que haya sido un poco deprimente, pero ... ¡había cada cosa!

Empezaremos por los zapatos:




Había unos zapatos espectaculares, en una tienda espectacular, con unos bolsos espectaculares, y con unos precios... espectaculares digamos también. Es cierto que había zapatos relativamente baratos, pero había otros que sobrepasaban el valor de mi viaje a EEUU. Obviamente, no he podido resistir la tentación de calzarme el glamour por unos instantes:


Esos zapatos estaban hechos para pisar la 5ª avenida.

Después hemos pasado por una tienda INCREIBLE sólo de artículos para fiestas.






Como digo, la lluvia nos aguó el día, porque nuestra intención era CHINATOWN Y LITTLE ITALI, y el PUENTE DE MANHATTAN. Sin embargo, volvimos a casa saturadas de artículos exclusivos, y sin ninguna bolsa, pero sintiendo que habíamos aprovechado el día. 

El puente de Manhattan tendrá que esperar.




Grandes Noticias.

La idea que llevábamos del día era recorrer otro de los Villages, y dejar las actividades grandes para cuando cobráramos la beca. De modo que tras el acostumbrado y copioso desayuno, me dispuse a poner en la mochila la Biblia Turística que nos ha sacado de tantos apuros. Mientras tanto, Judit consultaba su correo electrónico con cierta cara de asombro.
"Alba, un correo del ministerio", me dice.
Trago saliva temiendo cualquier cosa, hasta que miro el correo:
"Pongo en su conocimiento que se han cursado las instrucciones oportunas para que la ayuda de un curso de Inglés, francés o alemán en el extranjero le sea ingresada en su cuenta en breves fechas."

Sobra decir la fiesta que montamos, al releer de mil maneras el e-mail. Descartamos el East Village a modo de celebración, y nos preparamos para hacer una de esas grandes cosas: The bodies, de exhibition. 
Con una entrada que ronda los 30$, era una de esas cosas que no nos podíamos permitir en nuestro primeros días en NY. Pero con el frenesí de la posibilidad de cobrar, decidimos ir a ver la única exposición del mundo que investiga la anatomía con CUERPOS REALES.

Nos dirigimos con una sonrisa pintada en la cara hasta SouthSeaport, derechas a ver la exposición que tantas ganas teníamos de ver. Ha viajado por todo el mundo, pero a Valencia, sólo llegó una pequeña parte. La de aquí, es una exposición fija, enorme y MUY interesante. También sentíamos curiosidad por esa desconocida parte de la ciudad que era el Puerto y que los newyorkinos odian tanto. 
Así es, ellos no visitan apenas la zona del cuerpo, y al llegar allí, entendí porqué.


La zona del puerto es anómala a Manhattan. No hay un edificio más alto de 5 pisos, ni tiendas de pizza ni similares. Los restaurantes tienen mesas fuera al más puro estilo europeo, con manteles franceses, y al parecer, ese no es el estilo americano. Nos han comentado, que si bien esa zona es agradable de pasear, si pueden elegir ir a otro sitio, lo hacen. Sin embargo, en mi guía dice que los turistas se sienten atraídos por la brisa del mar, y llenan la zona. Este fenómeno es aprovechado por vendedores que apostan sus carros allí llenos de cosas caras para turistas desprevenidos.

Nosotras llegamos pronto, cuando la cosa aún estaba tranquila y nos dirigimos a la exposición cuando abrió:



Me encantaría colgar fotos de la exposición, pero por protección de datos, lo mejor es no hacerlo. Está terminantemente prohibido tomar fotos. Yo las robé, y no salieron mal del todo, para haber sido sacadas a escondidas entre los pliegues de la ropa. A un mujer que la pillaron sacando fotos, se las hicieron borrar TODAS.
Había por allí un equipo médico para pusilánimes que no pudieran con tanta víscera, pero para mí la exposición fue fascinante. Con mi descuento de estudiante pagué 25,50$, que desde luego lo valían. Tengo muchas ganas de que veáis las fotos.
Tras gastar sus buenas horas en la exposición, salimos a South Seaport, y el panorama había cambiado considerablemente: había muchos más puestos, y mucha más gente.


Judi, con su frenesí "beca cercana" se compró dos pares de zapatos más (20$ los dos) y un vestido. Yo me contenté con comprarme mi primer capricho en EEUU, un termo de la exposición que tanto me había gustado.

Esta foto fue sacada desde un McDonalds cercano, en donde me gasté 4$ en dos cheeseburguer y una cocacola. ¡Tirando la casa por la ventana!
Saqué fotos de algo de lo que hasta ahora no os había hablado: la bebida en los mcdonalds. 
Ya os sonará de España eso del "sírvase usted mismo", ¿verdad?
Pues -como todo-, aquí es mejor. Tienes para servirte hasta 100 bebidas. Diréis "¿100? ¿Cómo?" Así.

Paso uno, pulsas que quieres cocacola.

Paso 2, escoges el sabor.


Y así con todo! Incluso con los zumos de aquí que tanto me gustan.

La zona del puerto me gustó como zona, pero no me sentí muy en Manhattan. También es cierto que los contrastes es otro de los encantos de esta ciudad. ¿No podía esta foto, haberse podido sacar en cualquier otro lado?

No obstante fue una bonita experiencia y encontré artículos interesantes, como una camiseta que se iluminaba según el sonido ambiental. ¡Fascinante!

Después de haber paseado por la zona, y haber estado en un montón de tiendecillas, tomamos el subway de nuevo hacia la quinta, con el objetivo de visitar el MOMA en sus únicas 4 horas gratuitas semanales, pero cuando llegamos... 

Una cola de más de una manzana nos obligó a retroceder, y a plantearnos pagar la entrada con nuestra beca la semana próxima. Me niego a ver la noche estrellada entre tantas cabezas. Así que nos vimos "arrastradas" hacia la quinta, para ver las zonas más exclusivas de la ciudad. ¡Y lo es!
De hecho, al salir del metro, yendo hacia el MOMA, un sonido como de cascada nos hizo fruncir el ceño. Y justo ahí, como a 10 metros del subway, estaba un lugar llamado REFRESHING PLACE.



Vimos muchos escaparates interesantes, y gente poniéndole zapatos a otras mujeres que tenían la posibilidad de pagar 3000$ por ellos. Porque así es la quinta avenida. 
Después de pasear, prometiéndonos volver a ver la quinta con más calma, nos encontramos, como era de esperar con la tienda del MOMA. Habíamos visto una pequeña sucursal en el SOHO, pero en esta tienda había más cosas, pero también más gente. Sin embargo disfruté los estrafalarios cachivaches.


Sí, lo de abajo, es la camiseta plegada.


Volvimos a casa, no especialmente tarde, y fue de agradecer, porque pasamos una agradable velada con nuestra familia charlando de educación, estilos de vida, y sobre Nueva York, en general. Por supuesto, también tuvimos un rato para estar con Prinston, también con el pequeño Tristan.