Estamos a lunes por la noche,
y me encantaría contar todo lo que me ha pasado hasta hoy, pero tengo mono de
escritura, y prefiero tomarme un tiempo para relatar la mágica tarde del
sábado. ¿Creíais que todo había terminado con la compra y la primera toma de
contacto? En Nueva York siempre hay algo que contar o algún rincón que
descubrir. Así que voy a proceder a poner en orden lo ocurrido el mágico
sábado.
Si no
recuerdo mal nos quedamos pendientes de colocar la compra y salir hacia Central
Park para ubicar la escuela. Así hicimos. Decir que nos perdimos para llegar a
Central Park sería una divertida historia, pero imposible de contar para dos
afortunadas que viven en... ¡SU PUERTA! Llegar a Central park, nos cuesta menos
de un minuto de reloj. Un paso de cebra nos separa del pulmón de esta
fascinante metrópolis. Estábamos familiarizadas con el ambiente del parque
porque sencillamente lo habíamos visto en las anteriores ocasiones. Esa misma
mañana allí estaban, además de los esperados ciclistas, un par de personajes
practicando boxeo. Por esto no nos extrañó ver que la gente utilizaba central
park como patio de recreo. Lo curioso del asunto fue que conforme nos
adentramos ligeramente en la zona más verde, nos dimos cuenta de que esta expresión
le venía como anillo al dedo: es un patio de recreo. Niños por todos lados,
familias haciendo picnics, padres bateando con sus hijos, gente haciendo
estiramientos, y jóvenes sentados en la hierba pasando el rato charlando. Todo
esto en un perfecto oasis de multiculturalidad y respeto donde niños blancos,
rojos, amarillos, negros y marrones, juegan al mismo juego, y ríen de la misma
manera. Discapacitados que juegan con niños sin deficiencia alguna, y niños en
silla de ruedas perfectamente integrados en las actividades del parque. Una
piedra en medio de la pradera norte nos gritaba que nos sentáramos a disfrutar
del ambiente, y a comernos un sandwich. Allí estuvimos un buen rato observando con inocencia qué hacían los americanos un día de sábado. Fue una buena experiencia, en una pequeña parte de la inmensidad de Central Park.
Ahora me iré a dar una ducha, hemos estado charlando con Stephanie sobre las diferencias de educación entre España y USA. Y no me da tiempo a narrar la mejor parte de la tarde, pero lo haré en cuanto tenga un ratito.
Espero que disfrutéis de esa podrida España, mientras nosotras estamos en la cumbre del mundo. Qué mala soy.