miércoles, 18 de julio de 2012

Mágico domingo

Me moría de ganas por llegar a la entrada que narrara nuestras aventuras el domingo, porque fue un día muy completo e interesante. Como sabéis, ya teníamos en nuestro poder las entradas de la Estatua de la Libertad, acordamos sacarlas a las 9 para ir con tiempo y regresar para comer a Manhttan. No llegamos especialmente sobradas de tiempo a Batery Park porque, en fin, el mejor momento para llamar a la gente es por la mañana bien pronto, y no salimos a la hora que nos hubiera gustado. Igualmente, sin prisa pero sin pausa, nos dirigimos a Castle Clinton, fortificación sita en el sur de la isla cuya única función actual es vender las entradas de Lady Green. Un hombre tan amable como cualquier newyokino, nos avisó de que no teníamos que hacer cola para nada. Es suficiente con el resguardo que habíamos impreso por internet. En pocos minutos estábamos pasando el control de seguridad para subir al ferry. Sin sorpresas llegamos a la cola del ferry, que para mi sorpresa era un buque de más o menos 8 metros de altura por 20 de largo. Este ferry tiene tres pisos, y sólo en el superior –el más cotizado- caben 500 personas. El servicio de ferry está perfectamente organizado, cada 15 minutos aproximadamente un ferry llega a cada una de las tres islas: Manhattan, la principal de NY; Liberty Island, hogar de la estatua verde y Ellis Island, lugar de llegada de inmigrantes hasta mediados del XX. Este sistema te permite permanecer el tiempo que precises en cada isla, sabiendo siempre que habrá un ferry cada cierto tiempo que te llevará a la siguiente parada. El orden es Manhhatan, Liberty y Ellis. Todo brillantemente preparado, para hacer de esta una bonita experiencia. Judi y yo subimos a la parte superior y tuvimos la prudencia de no sentarnos en los bancos, sino de permanecer en la baranda de proa, imaginando la avalancha de turistas que después vendrían. Tomamos una buena decisión, porque en pocos minutos el lugar quedó atestado de gente con algo de comida, -si, en el barco hay cafetería con hot dogs y pretzels, como debe ser-.
Personalmente disfruté muchísimo del corto viaje a Liberty Island, la brisa era agradable en el sofocante día, y el balanceo del barco me relajó muchísimo. Ver recortada a la estatua de la libertad en el horizonte, lo hizo todo, -si cupo- más perfecto. Judi, pese a sentirse muy cómoda en los aviones, -ámbito que me desagrada profundamente-, estaba lejos de sentirse bien con el vaivén de la embarcación, y estaba deseando pisar tierra firme. Sin embargo olvidó pronto estos pensamientos cuando comenzamos a alejarnos de la isla: Más fascinante que ver acercarse la Estatua, me resultó ver alejarse el distrito financiero. No te das cuenta de la inmensidad de esos edificios caminando entre ellos.



Para nuestra sorpresa, mucha gente no bajó en llegar a Liberty Island. Ya había oído algo de esto. Visitar la isla no es muy interesante. La visión de la estatua no resulta impresionante desde abajo, pero creo que se pueden sacar buenas fotos. Otro gallo hubiera cantado de sólo disponer de un puñado de días en Nueva York, pero teniendo tantos, no me hubiera perdido esta visita por nada.



Lo que realmente me encantó fue la siguiente parada: Ellis Island. Tiene una audio guía que vale su peso en oro, que te lleva por todo el edificio recorriendo el mismo camino que un inmigrante que llegaba al nuevo mundo a principios del siglo XX. Aprendí muchísimo, y quedé en ciertos aspectos, traumatizada, pero el edificio y la isla en general es estupenda. Os dejo algunas fotos.


Tras “aterrizar” de nuevo en Manhattan, nos encontramos lejos de casa, con el sol bien alto, con hambre, y cerca del distrito financiero. Nos topamos con una visita de obligado cumplimiento en américa: EL Mc Donalds. ¿Cómo os imagináis un McDonald de Nueva York? Podría jurar que de mil maneras, menos con música de piano en directo.
Además, y por si esto no resulta suficientemente sorprendente, las hamburguesas no son nada grasientas. Por el contrario tienen pinta de ser mucho más sanas que aquí. Más datos sobre el McDonals, hay hamburguesas con champiñones, y cada menú te indica, detrás del mostrador y en letras bien grandes, las calorías que ingieres. El precio medio de cada menú son 7$. Como dato curioso, os comento que las patatas deluxe aquí no existen, y que cada día veo a gente con enormes vasos del macdonals llenos de café americano. ¿La razón? Cualquier medida = 1$. Nosotras también compramos café en McDonalds.
Hicimos tras la comida una pequeña toma de contacto con el sur de la isla, y dimos una vuelta por el distrito financiero y por la zona cero. Prometiéndonos volver con todo el tiempo del mundo porque es una zona muy chula.

 Por último y para finalizar el día quisimos ir a china town, pero estuvimos como media hora buscando la letra número R, sin ningún resultado positivo. Al parecer alguien se dedicaba a tapar con cinta aislante la letra que buscábamos, que había estado ahí en el algún momento del pasado. Después nos perdimos y llegamos al SOHO, y después cuando por fin encontramos ChinaTown nos resultó un sitio desagradable, probablemente por el cansancio y la desesperación de habernos perdido. Volveremos próximamente, y encontraremos la forma de ubicarnos en un entramado de calles que nos resulta imposible, pese a ser parecido al de nuestras ciudades. Comparado con el norte de manhattan, el resto del mundo es un caos.


El Universo TImes Square.

Como ya dije, nuestra primera parada prevista en Times Square era la oficina de Turismo, pero para ser justos, os diré que nuestras paradas fueron en cada esquina de la plaza. Era sábado y todo estaba lleno de gente que iba y venía, en su mayoría turistas. Cuando hemos vuelto por la zona con otro objetivo diferente que no fuera ese, hemos esquivado Times Square como buenas NewYorkinas; aunque obviamente, tenemos otra visita prevista, además de las de rigor. La verdad es que no podría describir bien qué es eso. Entorno a la 42, todas la cualidades de las avenidas se intensifican: Broadway se llena de teatros, la séptima de tiendas, y la quinta de lujos. Hay, en esa plaza los carteles de publicidad más variados e imaginativos del mundo: Un videojuego de Play Station, al que se puede jugar, simulando la conducción del nuevo KIA; un M&M tocando la guitarra, justo al lado de otro cartel que anuncia la pelo de batman; el musical de Mamma mía compartiendo pared con el HardRock café... La vista no te alcanza para mirar todas las luces.
Desituadas por el brillo de las paredes caminamos por la plaza sin sabes muy bien a donde mirar, hasta que Toys'R'us apareció en una esquina rodeada de Bob Esponja, Mickey, un cowboy en calzoncillos tocando la guitarra, Woddy, y el mounstro de las galletas. Había leído maravillas sobre esa tienda así que nos decidimos a entrar.
Era un universo único, mágico e interminable. La noria de dentro de la tienda de juguetes es lo primero que llama tu atención, pero momentos después queda totalmente relegada a otra posición, cuando observas que la tienda se extiende dos pisos sobre tu cabeza, y uno por debajo, y... ¡que todo son juguetes!
La gente que trabaja allí está jugando con los artilugios más extraños que puedas imaginar. Vimos desde un frisbie de un metro relleno de aire, hasta un plástico brillante del tamaño de una uña que se convertía en una bola de 2 metros. Niños y adultos se la pasan por toda la tienda, haciendo de la visita a Toys'R'Us algo inolvidable. Hay un taller de "decora tus galletas", y los artículos más insospechados.




Mi parte favorita, sin duda alguna... ¡La zona WONKA! Es espectacular recordar el libro "Charlie y la fabrica de chocolate" mientras paseas entre tanto dulce. Chocolate con leche mezclado en una cascada, helados que no se derriten, chicles a los que no se les acaba el sabor, caramelos eternos... Si en algún sitio deben verderse los artículos Wonka, es en esa tienda.



En el área lego, había un empire sate de 3 metros, y también una estatua de la libertad enorme. Entonces llegó el momento de encontrarse frente al universo Marvel. Tras probarme todo lo que había en la tienda, -en especial todo lo de Ironman y lo de Spiderman- encontré... no, no puedo saltarme esta parte. Os pondré un par de fotos.

Justo al salir de este círculo del infierno llegó el momentazo de la tarde, y es que allí estaba ÉL.

Me topé con él a pocos metros y... me detuve, fascinada por el detalle y boquiabierta. Tan evidente fue mi sorpresa que Ironman me miró durante unos interminables y mágicos segundos, y tras asegurarse de que lo estaba mirando a él fijamente, elevó la mano para saludarme. Yo le respondí torpemente al saludo, hasta que comprendí cual era mi prioridad: conseguir testigos del momento. ¿Dónde estaba Judi? Yo no podía dejar de mirar a Ironman, pero me parecía que estaba en una estantería cercana. Así que extendí la mano para llamar su atención, y aunque me costó lo conseguí. Lo único que pude articular cuando ella preguntó qué pasaba, fue... "¡¡ES IRONMAN!!"

Teníamos que salir de ese universo infantil para terminar llendo a parar a... la Disney Store, y a M&M. Yo me quité el soponcio y la emoción cuando vimos en la puerta a otro de esos cowboys americanos con guitarra, y en calzoncillos. Es imposible refrenar la risa viéndolos ahí en medio de times Square... Eso me secó un poco las retinas, ligeramente húmedas de la emoción, y tras la visita a estas tres tiendas nos dispusimos a irnos a casa. Aquí tenéis unas fotos de la fascinante tienda de M&M.




Como digo, tras esto nos dispusimos a irnos a casa, pero fue imposible!! Un mercadillo justo detrás de Times Square atrajo nuestra atención con bailes de Break Dance, comidas espectaculares, artículos geniales, y souvenirs a un dólar. Cuando cerca de las nueve llegamos a casa y nos sentamos por fin, tras el agotador día, le dije a Judi: Judi, ¿y la oficina de turismo, qué?