martes, 31 de julio de 2012

Acero, caliza y plantas.

No sé si recordaréis de post anteriores, que se nos quedaba pendiente la parte norte de Manhattan: Hamilton Heights y compañía. Así la mañana de lunes sucedió que decidimos subir al norte, porque, en fin, se van acabando los días y hay que verlo todo. 
Os cuento los dilemas: aún no hemos recibido la beca!!! Nos falta por ver, el museo de cera, the zero zone, el MoMa, y si nos da tiempo el Guggenhaim y el Metropolitan. 
Visto lo visto, por si acaso no nos llega la beca, hemos decidido  hacer un plan de ataque para el final de esta semana. EL MoMa finalmente lo vamos a visitar gratuitamente, haya la cola que haya, porque así es la vida de pobre. Lo demás lo pagaremos a crédito, o como se precie. Nunca mejor dicho. En estos primeros días de esta última semana vamos a terminar de ver los barrios que nos faltan, zonas que nos hemos dejado en el tintero, y el puente de Manhattan. El jueves, ya tocará empezar a tirar de Visa, si el ministerio de educación sigue tan agarrado como siempre.

Por este motivo, y pese a lo caluroso de Harlem, nos fuimos al norte a visitar la zona, pasando por un parque, no especialmente importante, pero sí agradable. La casa de uno de los fundadores de los EEUU, está ahí. El hombre se llamaba Hamilton Grange, ¡y tenía una casa muy bonita!. El paseo por el parque fue agradable, aunque no estaba en perfecto estado, como todos sus demás hermanitos repartidos por la ciudad. Aquí podéis ver una foto tomada en el camino de St. Nicholas Park.




Cuando salimos del parque, lo hicimos por el norte para poder pasar por la zona de las casas de piedra caliza más antiguas de Manhattan, unas de las pocas que no fueron tiradas cuando se reconstruyó la ciudad. La calle resultó preciosa, y sólo podía pensar en verla nevada en Navidad. Esta parte se llama el Hamilton Heights Historic Distric, y pocas personas van a visitar estas maravillosas cinco manzanas que te acercan un poco al Manhattan de principios de siglo.



Por fin, tras una larga caminata y varias decenas de fotos después llegamos con ganas de sentirnos un poquito en casa a la HISPANIC SOCIETY OF AMERICA MUSEUM & LIBRARY.


Sacamos fotos al Cid, al Quijote, y a los nombres de los escritores escritos en el friso del edificio. Vimos ondear nuestra bandera y nos dirigimos a entrar a ver la mayor colección de arte y manuscritos españoles que hay fuera de España. Pero... ESTABA CERRADO! 
Yo quería ir a un museo cuyas explicaciones estuvieran en Español, y me interesaban las obras de Velázquez y el Greco, pero me di con un canto en los dientes, y desanimadas, volvimos al viejo Harlem. El tiempo que íbamos a invertir el el museo español, lo improvisamos acercándonos de nuevo al Driverside Park, para tomar unas fotos del río Hudson, y de Nueva Jersey. Tomamos allí unos sandwiches, mientras las vistas hacían las delicias de nuestros ojos.


Nuestra siguiente parada, con la tripa un poco más llena, era algo que yo me moría por ver. ¿Por qué tantas ganas? Porque me encantan las construcciones atrevidas, y las ideas innovadoras. Así que fuimos al MEAT PACKING DISTRICT.
Este distrito estuvo lleeeeeno de fábricas industriales de alimentos, que hubieron de mudarse a los Broughts (Queens, Brooklyng, Bronx) por motivos de espacio en Mahattan. Por suerte, no tiraron estas fabricas para hacer el sur tan cuadrículado como el norte, y por esto estas calles están llenas de edificios industriales, con calles colocadas sin orden ni concierto. Lo interesante de la zona, es que un puñado de diseñadores, se propuso convertir el MEAT PACKING DISTRICT, en un espectacular híbrido de arte industrial, convirtiendo las fábricas en estudios y edificios de viviendas. Este espíritu de reciclaje fue el artífice de la HIGH LINE. ¿Por qué tirar las vías de un tren elevado? ¿Por qué no convertirlas en un parque? Y así lo hicieron. Un enorme tramo de vía que va desde el MEAT PACKING DISTRICT a CHELSEA, conforma uno de los espacios más rebeldes de Manhattan. 
Para acceder, basta con subir unas escaleras que te coloquen a la altura de la vía. Estás escaleras están como cada 5 manzanas. Nosotras las cogimos en la 20th.


Una vez arriba, las vistas no tienen desperdicio. Es una increíble mezcla de industrialización y naturaleza que nadie debe desperdiciar. Hay tramos espectaculares, y algunos miradores rodeados de cristal que te elevan sobre las carreteras de Manhattan Oeste.



Además, un paseo por la High Line, te permite hacerte una idea de las construcciones más extravagantes y retorcidas del lugar. Todo mezclado en un coctel de acero, ladrillo, metracrilato blanco brillante y graffitis exclusivos.



Todo integrado perfectamente, por muy fuera de lugar que parezca. Tras recorrer la High Line de cabo a rabo, llegando incluso a bajar para subir en otro punto de la misma, tuvimos que volver a casa, ya cercanas a la insolación, para coger los libros y salir volando hacia la clase. 
¿Agotamiento? No lo conoceréis hasta venir 30 días NON STOP, a la gran manzana.

lunes, 30 de julio de 2012

Información útil sobre el blog.

No sé si estáis suscritos a las entradas o no. Si lo hacéis se os notificará automaticamente cuando se publique una nueva entrada. Tanto si lo estáis como si no, tengo que decir que yo escribo las entradas en "fascículos": empiezo a escribir una, y después la termino cuando pueda actualizando la que dejé inconclusa. Si habéis notado que alguna entrada termina repentinamente sin haber llegado al final del día, volver a ella: probablemente la haya ampliado.
Gasto todo el tiempo que puedo en el blog, porque mis horarios no me permiten llamar a España, y sé que queréis saber qué pasa por aquí, pero no quiero escribir las cosas a medias.
Nos habíamos propuesto volver a casa antes de ir al colegio, pero se nos acaban las horas en NY, y aún hay muchas cosas que queremos ver, y que aún no hemos podido hacer. Si nos lo permiten las fuerzas, siempre intentamos apurar los minutos. Ese es el motivo por el que no puedo llamar tanto como quisiera. ¡Ya os aburriréis de mis historias cuando llegue allí!

Mi próxima entrada: High Line y MeatPacking district, y North Harlem.

domingo, 29 de julio de 2012

Día completo, y variado.

Siendo domingo, no teníamos muchas esperanzas de que nos ingresaran la beca, pero sin embargo hemos cruzado los dedos esta mañana antes de salir hacia clase. No ha habido suerte, por eso hemos decidido no posponer más la visita a ChinaTown y Little Italy, una parte de NY que no nos apasiona especialmente. Hemos pasado en varias ocasiones cerca, y el terrible olor nos ha tirado hacia atrás casi todas ellas.
Pero, bueno, es de visita obligatoria, y yo tenía ilusión por ver el Mulberry Street Bar, donde asesinaron al famosos mafioso Joey Gallo. Así que tras las clases allí fuimos, parando en la parada de metro Spring Street, para tratar la zona de norte a sur, empezando por Little Italy.


Edificios de como mucho cinco pisos se abrían a nuestro lado, flanqueando unas calles que en un principio me dieron una impresión muy europea, con mesas por todos lados, anuncios de "WE HAVE SANGRÍA", y carteles en italiano.


Eso sí, Judi quería comer un trozo de pizza de Little Italy, aunque en realidad siempre quiere comer pizza, pero hoy -sin comida en la mochila- nos hemos encontrado con que el acostumbrado dólar de la ración de pizza, se había convertido fácilmente en 3$. Todos los restaurantes eran carísimos, y los trozos de pizza más pequeños y 3 veces más caros. Muy europeo, por cierto.

Caminamos tranquilamente por Murberry St, y entramos en un pequeño museo italoamericano, con algunas piezas interesantes, antes de empezar a percibir Chinatown por las esquinas. Al parecer este último barrio está comiéndose gran parte de Little Italy, en la que por cierto, ya no viven italianos. Al atravesar Canal Street, el ambiente cambió TOTALMENTE. Ya no entendía ningún cartel, y apenas podía ver a los turistas que ocupaban todo Little Italy. Se vendían verduras extrañas en puestos de cuestionable calidad. Si en Little Italy no pude ver ningún italiano, no ocurrió lo mismo en ChinaTown: no había nadie de rasgos caucásicos a la vista. Bueno sí, los míos.


Cuando ya creía que aquello ya no podía volverse más chino, llegamos a Columbus Park. Era un parque muy pequeño para tal exceso de chinos. Allí jugaban a Mahjorn, hacían Taichi, cantaban músicas extrañas y estridentes... y en fin, cosas por el estilo. 
No me gustó estar allí, porque me sentí totalmente fuera de lugar. Era obvio que no querían a nadie extranjero allí, y lo dejaban ver claramente con caras de fastidio constante. Pero allí nos quedamos un rato, sacando fotos y escuchando la desternillante música. 

No quisimos fisgonear más por el barrio por apatía al mismo, y por la escasa seguridad de la zona. Así que tomamos rumbo West hacia Broadway, para quedar suspendidas entre TRIBECA, y Chinatown. Había por allí unas tiendas espectaculares para turistas, que no eran las típicas, y que a su vez tenían productos de lo más americanos.


Judi disfrutó como una enana en las tiendas de ropa de alrededor, donde estuvimos alrededor de una hora comparando precios y cosas, antes de ir a ver THE LAKE, en Central Park (una zona importante que aún nos quedaba en el tintero).
Cómo China Town y Little Italy no nos habían llevado tanto tiempo como esperábamos, decidimos dar una vuelta por el Upper, antes de llegar a Central Park, y es que las calles de los Upper nunca decepcionan:


Cuando llegamos a Central Park, estaba tan vivo como siempre, y resultó reconfortante, una vez más, olvidar los ruidos de la ciudad para perderse en ese inmenso bosque. Disfruté mucho, pese a la deshidratación que llevaba encima, el paseo hasta llegar a THE LAKE. Una vez llegadas allí, me enganché a una fuente de agua fresca que parecía estar allí sólo para mi. Llené bien mi termo de agua, y tras acaramelo dos veces, y rellenarlo de nuevo, alcé la vista para maravillarme una vez más con las dimensiones de central Park.



La hora era perfecta, la luz también, y el cielo estaba despejado, aunque hacía tan sólo una hora había caído lluvia. Saqué muchas fotos de mil maneras, y después simplemente nos quedamos allí, mirando la quinta, durante mucho tiempo. Aprovechamos para andar todo lo lentas que podíamos por el camino que bordeaba el lago, y tras este break, volvimos hacia casa cuando las luces empezaban a caer. 
Fue un día agotador. Tras la ducha, viendo que era pronto, vimos una película y después me acosté. Me desperté a la mañana siguiente, exactamente en la misma postura.


sábado, 28 de julio de 2012

Día de tiendas

Hoy no tengo mucho que contar, y tengo pocas fotos, porque por la mañana estuvimos con Stephanie y sus chiquillos, esperando a que la lluvia amainara. Nos hemos rendido a la hora de comer, que ha sido cuando nos hemos ido hacia el norte del distrito financiero, para visitar un espacio que cumpliera nuestras dos premisas para hoy: CUBIERTO Y GRATUITO. La decisión entonces ha estado clara:


La enorme tienda me ha decepcionado bastante en conjunto: es como un Corte Inglés. Gente con americana recibiéndote, y una sección de textil enorme. También sección de deportes y del hogar. 
Lo que sí me ha parecido increíble, han sido los artículos newyorkinos que había allí.




Además, hemos encontrado la escalera mecánica más antigua que debe existir en el mundo.


Cuando hemos salido, la lluvia seguía arreciando, así que hemos decidido irnos de lo que aquí se denomina "crystal shopping", que básicamente es mirar escaparates y no comprar nada. Puede que haya sido un poco deprimente, pero ... ¡había cada cosa!

Empezaremos por los zapatos:




Había unos zapatos espectaculares, en una tienda espectacular, con unos bolsos espectaculares, y con unos precios... espectaculares digamos también. Es cierto que había zapatos relativamente baratos, pero había otros que sobrepasaban el valor de mi viaje a EEUU. Obviamente, no he podido resistir la tentación de calzarme el glamour por unos instantes:


Esos zapatos estaban hechos para pisar la 5ª avenida.

Después hemos pasado por una tienda INCREIBLE sólo de artículos para fiestas.






Como digo, la lluvia nos aguó el día, porque nuestra intención era CHINATOWN Y LITTLE ITALI, y el PUENTE DE MANHATTAN. Sin embargo, volvimos a casa saturadas de artículos exclusivos, y sin ninguna bolsa, pero sintiendo que habíamos aprovechado el día. 

El puente de Manhattan tendrá que esperar.




Grandes Noticias.

La idea que llevábamos del día era recorrer otro de los Villages, y dejar las actividades grandes para cuando cobráramos la beca. De modo que tras el acostumbrado y copioso desayuno, me dispuse a poner en la mochila la Biblia Turística que nos ha sacado de tantos apuros. Mientras tanto, Judit consultaba su correo electrónico con cierta cara de asombro.
"Alba, un correo del ministerio", me dice.
Trago saliva temiendo cualquier cosa, hasta que miro el correo:
"Pongo en su conocimiento que se han cursado las instrucciones oportunas para que la ayuda de un curso de Inglés, francés o alemán en el extranjero le sea ingresada en su cuenta en breves fechas."

Sobra decir la fiesta que montamos, al releer de mil maneras el e-mail. Descartamos el East Village a modo de celebración, y nos preparamos para hacer una de esas grandes cosas: The bodies, de exhibition. 
Con una entrada que ronda los 30$, era una de esas cosas que no nos podíamos permitir en nuestro primeros días en NY. Pero con el frenesí de la posibilidad de cobrar, decidimos ir a ver la única exposición del mundo que investiga la anatomía con CUERPOS REALES.

Nos dirigimos con una sonrisa pintada en la cara hasta SouthSeaport, derechas a ver la exposición que tantas ganas teníamos de ver. Ha viajado por todo el mundo, pero a Valencia, sólo llegó una pequeña parte. La de aquí, es una exposición fija, enorme y MUY interesante. También sentíamos curiosidad por esa desconocida parte de la ciudad que era el Puerto y que los newyorkinos odian tanto. 
Así es, ellos no visitan apenas la zona del cuerpo, y al llegar allí, entendí porqué.


La zona del puerto es anómala a Manhattan. No hay un edificio más alto de 5 pisos, ni tiendas de pizza ni similares. Los restaurantes tienen mesas fuera al más puro estilo europeo, con manteles franceses, y al parecer, ese no es el estilo americano. Nos han comentado, que si bien esa zona es agradable de pasear, si pueden elegir ir a otro sitio, lo hacen. Sin embargo, en mi guía dice que los turistas se sienten atraídos por la brisa del mar, y llenan la zona. Este fenómeno es aprovechado por vendedores que apostan sus carros allí llenos de cosas caras para turistas desprevenidos.

Nosotras llegamos pronto, cuando la cosa aún estaba tranquila y nos dirigimos a la exposición cuando abrió:



Me encantaría colgar fotos de la exposición, pero por protección de datos, lo mejor es no hacerlo. Está terminantemente prohibido tomar fotos. Yo las robé, y no salieron mal del todo, para haber sido sacadas a escondidas entre los pliegues de la ropa. A un mujer que la pillaron sacando fotos, se las hicieron borrar TODAS.
Había por allí un equipo médico para pusilánimes que no pudieran con tanta víscera, pero para mí la exposición fue fascinante. Con mi descuento de estudiante pagué 25,50$, que desde luego lo valían. Tengo muchas ganas de que veáis las fotos.
Tras gastar sus buenas horas en la exposición, salimos a South Seaport, y el panorama había cambiado considerablemente: había muchos más puestos, y mucha más gente.


Judi, con su frenesí "beca cercana" se compró dos pares de zapatos más (20$ los dos) y un vestido. Yo me contenté con comprarme mi primer capricho en EEUU, un termo de la exposición que tanto me había gustado.

Esta foto fue sacada desde un McDonalds cercano, en donde me gasté 4$ en dos cheeseburguer y una cocacola. ¡Tirando la casa por la ventana!
Saqué fotos de algo de lo que hasta ahora no os había hablado: la bebida en los mcdonalds. 
Ya os sonará de España eso del "sírvase usted mismo", ¿verdad?
Pues -como todo-, aquí es mejor. Tienes para servirte hasta 100 bebidas. Diréis "¿100? ¿Cómo?" Así.

Paso uno, pulsas que quieres cocacola.

Paso 2, escoges el sabor.


Y así con todo! Incluso con los zumos de aquí que tanto me gustan.

La zona del puerto me gustó como zona, pero no me sentí muy en Manhattan. También es cierto que los contrastes es otro de los encantos de esta ciudad. ¿No podía esta foto, haberse podido sacar en cualquier otro lado?

No obstante fue una bonita experiencia y encontré artículos interesantes, como una camiseta que se iluminaba según el sonido ambiental. ¡Fascinante!

Después de haber paseado por la zona, y haber estado en un montón de tiendecillas, tomamos el subway de nuevo hacia la quinta, con el objetivo de visitar el MOMA en sus únicas 4 horas gratuitas semanales, pero cuando llegamos... 

Una cola de más de una manzana nos obligó a retroceder, y a plantearnos pagar la entrada con nuestra beca la semana próxima. Me niego a ver la noche estrellada entre tantas cabezas. Así que nos vimos "arrastradas" hacia la quinta, para ver las zonas más exclusivas de la ciudad. ¡Y lo es!
De hecho, al salir del metro, yendo hacia el MOMA, un sonido como de cascada nos hizo fruncir el ceño. Y justo ahí, como a 10 metros del subway, estaba un lugar llamado REFRESHING PLACE.



Vimos muchos escaparates interesantes, y gente poniéndole zapatos a otras mujeres que tenían la posibilidad de pagar 3000$ por ellos. Porque así es la quinta avenida. 
Después de pasear, prometiéndonos volver a ver la quinta con más calma, nos encontramos, como era de esperar con la tienda del MOMA. Habíamos visto una pequeña sucursal en el SOHO, pero en esta tienda había más cosas, pero también más gente. Sin embargo disfruté los estrafalarios cachivaches.


Sí, lo de abajo, es la camiseta plegada.


Volvimos a casa, no especialmente tarde, y fue de agradecer, porque pasamos una agradable velada con nuestra familia charlando de educación, estilos de vida, y sobre Nueva York, en general. Por supuesto, también tuvimos un rato para estar con Prinston, también con el pequeño Tristan.